Recientemente estuvimos conmemorando el Día Internacional de la Mujer. El sentido que da el reconocer a la mujer en un día especial es por su naturaleza dadora de vida. Es por su creciente participación en todos los roles de la sociedad. Ciencia, educación, finanzas, arte, quehaceres domésticos, poder legislativo, militar…la mujer es capaz de aportar una visión panorámica ante cualquier situación proporcionando soluciones desde otra gama de colores. La mujer es fuerza, es gallardía, es orgullo, es madre, es sensible, es luchadora, es creativa, es ingeniosa…
Reconocer a la mujer que, desde su rol profesional, no olvida su papel de madre, esposa y baluarte del hogar es lo que hace de este día especial. Históricamente se le ha querido coronar en un papel secundario, sumiso, anónimo, culpable. Sin embargo, y a pesar de Eva y su manzana, la mujer ha emergido de las cenizas para plantar una semilla que se esparce en todos los continentes dejando claro que está presente y que es parte de la madre tierra. La misma fuerza femenina que representa la naturaleza es la que representa la mujer.
La mujer ha sido musa de inspiración de las más cantadas canciones, de poetas y pintores, de teatro y de danza. Inventora de productos que van desde la ciencia hasta la fotografía, objetos que nos han ayudado a facilitar la vida diaria, desde fármacos contra enfermedades catastróficas hasta un pañal desechable.
El valor de la mujer está por encima del acoso, la culpa, el abuso. Ella en sí es dadora de vida y se complementa a sí misma como ser humano, su compañía la constituye el hombre.
Rompamos esquemas machistas, no somos el sexo débil, nos urge promover la integridad, los derechos individuales y sociales. Renovemos el compromiso del respeto y la dignidad. Abogamos por una era femenina, por la madre, por la esposa, por la profesional, pero, sobre todo, por la mujer creadora del pilar más fuerte de la sociedad: la familia.
¡Que Dios les bendiga!
Por: Johanna Benoit
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