88 Años Entre Dulces, Flores y Rabietas Menita Guillén viuda Gratereax

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Por: Grisbel  Medina R.

Con venas y brío para repartir en sus ocho décadas, se despierta cada mañana Zunilda Magdalena Guillén, cariñosamente Menita, en el caserón de la calle Independencia en el centro de la ciudad. Allí la encuentras sentada en la mecedora, de espalda a las plantas del patio y muy cerca de la llama que cuece los dulces reclamados por gente grande y chiquita.

Menita es la reina de las golosinas criollas. El coco rallado y tierno; el concón de leche, las tirillas de naranja y la sabrosura a base de lechosa, tienen su sello. En los hombros le pesan 88 años y doce cirugías. Aun así la engalana un espíritu que le sobra para contar chistes, comadrear los domingos y montarse en un ¨pique¨ de vez en cuando.

Hace poco acudió a un concierto de WasonBrazobán en Santiago. A la cama llegó pasadas las cuatro de la madrugada. Con las canas brillantes, bien arregladas, cantó, aplaudió y hasta lloró emocionada cuando el compositor le dedicó las estrofas de ¨Mi Reina¨

A sus 88 años le tienta la música y el buen ambiente. Es cuidada con celo por su hija Teresa Gratereaux, quien está pendiente de sus necesidades, sus humores y urgencias. Además le une un amor filial y una admirable complicidad con el arquitecto y fotógrafo José Manuel Antuñano Peralta, director del Monumento a los Héroes de la Restauración. Feliz se declara cuando él la visita los domingos y la mima con los detalles con que acostumbra sorprenderla.

Cada domingo, Menita recibe amigas de antaño. Colarse en esas conversaciones es revivir épocas donde se era feliz con poco y el ego no gobernaba como ahora. En la tertulia son fijas las amigas que comparten con ella las canas de la sabiduría y el amor genuino que solo soplan las almas nobles.

Su casa es un museo de antigüedades. Los adornos de su hogar son piezas con perfume de lo añejo. En una mesa conserva fotografías de gente muy querida e imágenes de visitantes atraídos por sus postres y por sus dones para conversar.

La sandía y el mango son sus frutas favoritas. A las embarazadas les sugiere no consumir guineo para que el bebé no venga con exceso en mucosidad. Es débil por un heladito y por la masa de bizcocho. También por las flores y especialmente por recibir a la gente, tomarse fotos y contar historias.

La vida y el ejemplo de trabajo de Menita Guillén ha sido recogida por medios nacionales e internacionales. En las paredes de su casa conserva entrevistas realizadas en periódicos y revistas. En Youtube pueden verse reportajes de su eterno afán por mezclar ricuras en su cocina. Hasta el lente del cine ha tocado sus fogones.

A Menita le encanta rascarle la cabeza a su nieto William César Polanco Gratereaux. Aunque es una vieja costumbre, no pierde el chance de acariciar la melena de su declarada debilidad.

Años bien rendidos lleva Menita halagando el paladar del pueblo. Sus manos y su corazón saben de sobra cómo se gana el dinero a base de honradez. Y la ciudad la ha premiado prefiriendo sus selectas variedades de dulces en base a leche y coco.

Por eso en el año 2013 le fue dedicada la Bienal del Dulce Criollo, iniciativa de la oficina regional de Cultura. En esa ocasión, le entregaron un reconocimiento al aire libre, frente al Palacio Consistorial ante decenas de representantes locales del bondadosoquehacer de elaborar dulces criollos.

A lo Joaquín Sabina,con dos besos, uno por mejilla, me despido de Menita Guillén viuda Gratereaux. Es imposible irse de su lado sin una sonrisa y sin el gustillo de las recetas que ella ofrece a manos llenas. En ella vive la persistencia y la energía. También la picardía y el deseo de lucir pintadas sus hermosas uñas.

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